A juzgar por los preparativos, o mejor dicho, por la ausencia de ellos, todo hacía presagiar que nuestra jornada de exploración podía acabar como la expedición de John Franklin en 1845 a bordo de las naves Erebus y Terror en busca del paso del noroeste.
En un olvido imperdonable que hubiese hecho resucitar de indignación a Frank Hurley, nos dejamos en casa el equipo oficial de fotografía.
Pero quiso el destino premiar nuestra iniciativa, mezcla de temeridad, inconsciencia y entusiasmo. Resultó que en el bar donde decidimos tomar un tardío desayuno vendían mapas de la sierra de Béjar en los cuales se ubica nítidamente nuestro objetivo: la Cueva de Hoyamoros. Además, la niebla que empañó todo el trayecto por carretera, desapareció bajo nuestros pies tan pronto como acometimos las primeras rampas. «La fortuna favorece a los audaces«, dejó dicho Virgilio.
Con perfecta visibilidad y una eficacia digna del mismísimo Roald Amundsen conseguimos localizar la cueva con inusitada facilidad.
En el Cántico X de su Ilíada, Homero relata cómo, durante la noche, Diomedes y Ulises se internan en el campamento troyano para obtener información sobre los planes y la logística de sus enemigos. A modo de héroes aqueos, nosotros hemos rastreado los derroteros que puedan ser usados posteriormente por un grupo mayor de corniseros.
La cueva puede ser nuestro Framheim particular desde el cual iniciar la escalada de la canal de Los Hermanitos, o simplemente dar un paseo hasta el río Cuerpo de Hombre. En el interior hay sitio de sobra (¡incluso encontramos colchonetas!), y el desayuno podría servirse en la terraza sur, con espectaculares vistas a las Charcas de Venerofrío, Las Agujas y El Torreón. ¡Anímense y hagan sus reservas!
Haciendo de la necesidad virtud, Titi manejó magistralmente las prestaciones fotográficas de su teléfono móvil y así poder ofrecer el presente reportaje gráfico. Antonio Perezgrueso estaría orgulloso de ti.
Y aquí termina el relato de un día en el que los que se quedaron en el valle no vieron el sol.
En la cueva nos encontramos con un nutrido grupo de bejaranos, superiores a nosotros en edad y experiencia, que nos obsequiaron con turrón y licor de regaliz, gracias. Fue un buen complemento para nuestra dieta formada por kikos y sugus.
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¡¡¡COLCHONETAS!!! ¡¡SÍ!! ¡¡¡COLCHONETAS!!! han oído (leído, mejor dicho) bien. De la colonia de pulgas (no creo que a esas alturas vivan) y su olor no pudimos ser conscientes. Con capacidad para 15 personas, rastrillo antiquísimo para hielo y otros menesteres, cuerda tenderete, terraza y vistas que quitan «el sentío». Todo muy bien sellado para que nadie pase frío y disfrute de Gran Resort Montain-Climbing Bejar.
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Me embelesa la primera foto.
La siento.
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¡¡¡¡¡¡Si allí ya hemos estado y hemos dormido!!!!!!! Meca.Glu,glu,glu.glu,glu.
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con cuánta gente mayor me junto…uno con sus ilusiones…¿por qué me he hecho tan mayor siendo tan jóven? siempre me lo digo y no solo en esto…
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Yo estuve allí hace ya unos años y pasé toda la noche pendiente de un ratoncillo que merodeaba a sus anchas por la cueva. Los pequeños animalillos, pulgas, ratones, etc también tienen que refugiarse en algún sitio. Digo yo.
Belén
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Habrá que pasar una noche, no?
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Alguna noche he pasado en esa cueva y otras ha tocado fuera por llegar tarde y estar el aforo completo. Grande Hoyamoros!
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