El plan era el siguiente:
La compañía avanzaría con sus vehículos hasta la platafoma El Travieso, por encima de Candelario.
La soledad dejó su coche en la Central del Chorro, más arriba de Solana de Ávila.
Aquellos marcharían hacia el saliente, éste subió dirección poniente. El encuentro estaba fijado en el Mirador de la Médica, en el camino entre el Monolito de la Virgen y el Canchal de la Ceja.
El encuentro.
En 1893 Fridtjof Nansen embarcó en el Fram, diseñado por él mismo. Premeditadamente se dejó atrapar por los hielos árticos esperando que la deriva de las placas acercara la nave al Polo Norte. Cuando pensó que la banquisa no le ayudaría más, (latitud 83º 40′ ), desembarcó con su compañero Johansen y caminaron al norte. Juntos alcanzaron la más alta latitud hasta la fecha: 86º 10′. Y juntos decidieron regresar andando hacia su Noruega natal. Tres años después de partir, Nansen y Johansen «se encontraron» con el explorador Jackson en medio de la Tierra de Francsico José.
El que tenga una canción tendrá tormenta
el que tenga compañía, soledad
el que siga buen camino tendrá sillas
peligrosas que lo inviten a parar.
Pero vale la canción buena tormenta
y la compañía vale soledad
siempre vale la agonía de la prisa
aunque se llene de sillas la verdad.
S.R.
El regreso al este se quiso hacer por terrenos ignotos, y finalmente resultó una exploración mucho mayor de lo prevsito; no del todo deseada.
¡El retorno del fundador Jaime! «¡Los helechos se trabajan mejor!» (Maese Jaime, año 1998)
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GRACIAS POR LAS FOTOS, FUE UN DIA GENIAL..LA MONTAÑA PURIFICA
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He recordado las lecciones que se deducen en «Into the Wild»
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¡Cuánta verdad encuentra uno en la montaña! ¡Cuánto nos devuelve lo que realmente somos! (y fuimos).
Volví, maese Saramayo, pero no para quedarme, no por un tiempo al menos.
¡Bendita montaña, bendito Comando!
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Que bien, me alego de veros por esas montañas, una saludín a todos.
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¿En que se parece un hombre a una montaña? Básicamente en que sus naturalezas son imprevisibles. A uno le da por descubrir nuevos caminos, a la otra le da por enseñar nuevas lecciones. A uno le da por buscar su propio límite, a la otra por crearlos a base de las más elementales leyes de la física. A uno le da por acojonarse de vez en cuando, a la otra por estremecerse al calor del sol. Y ya veis, tan distintos y tan iguales, uno no entiende su existencia sin la otra, la una existiría vacía sin el otro. Uno que conoce toda la transcendencia que no recoge la brevedad del pasaje. Para hacer fotos estábamos ¿verdad Luís?
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Luis…eres mítico. Andas por la montaña como si fueras por la calle San Ignacio a dar clases a 1ª hora. Ya pronto en vez de ondear el banderín ondeamos tu camisa. Gracias por manterner vivo el espíritu del comando. Por cierto ¿y la bici? es que no sale. jeje.
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Vaya paisaje! esa atalaya me recuerda a otra a la que hace años me subí, hay recuerdos que no voy a borrar, personas que no voy a olvidar.
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