Conjugar afición y profesión. Dar otra dimensión a tu trabajo. Transformar compañeros en amigos, alumnos en acampados, y estos en compañeros de marcha. Hablar de dios en las alturas. Entretenerte con juegos sencillos e infantiles (los más divertidos). Sentir que, como en un barco en medio de alta mar, allí arriba todo depende de la buena sintonía del grupo, de que cada cual sepa responder de su responsibilidad. Maravillarse veinticuatro horas al día. Contemplar. Escuchar…