Hemos vuelto a Gredos, -mismo lugar de pernocta que hace una semana-, con el objetivo de subir al Cabeza Nevada.
Al iniciar la marcha, de forma totalmente inexplicable, (todavía nos estamos arrepintiendo), optamos por dejar nuestros crampones en el coche en la creencia de que sólo encontraremos nieve blanda. A poca distancia de la cima la propia montaña se encargará de demostrarnos cuán errados eran nuestros pronósticos.