Marchan los pioneros.
Remontan las aguas de Cinco Lagunas, duermen junto a la Laguna Galana.
Atraviesan la Portilla del Rey, ascienden a la cumbre del Cabeza Nevada, cruzan el Gargantón, pasan la noche en la Laguna Grande.
Coronan la cima de El Almanzor.
«Recordó la franja de olivos que se extendía sobre la ladera del viejo cauce. La misma en la que él había encontrado refugio. Un ejército inveterado y leñoso que tiznaba el paisaje con los tonos del cuero. A menudo cada copa estaba sustentada por dos o tres troncos retorcidos que salían de las tierra como los dedos florecidos de un viejo. Era extraño ver un olivo con una forma plenamente arbórea. En cambio, abundaban los troncos nudosos, las grietas secas por las que algún día penetró el agua hasta congelarse y hacer reventar la madera. Hatajo de soldados de vuelta del frente. Heridos, pero en marcha. En una marcha que duraba ya tanto que nadie podría dar fe del avance. No eran testigos del paso del tiempo, sino que era el tiempo quien les debía a ellos su naturaleza». Intemperie. Jesús Carrasco
Queda descansado quien os acompaña en la distancia sabiendo de vuestros caminos.
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Olivos de troncos nudosos y de viejas grietas secas, incluso correosos. Protagonistas de la misma naturaleza del tiempo.
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¡Vaya! Hombres y mujeres que viajan en el espacio; olivos que viajan en el tiempo. Senderos que se retuercen; ramas retorcidas. Cumbres; copas. Refugios de rocas; ramas que refugian. Imágenes en blanco y negro; expresiones de colores en los rostros cansados y satisfechos.
Enhorabuena a todos y especialmente a ese par de dos.
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Vendrán tiempos mejores… y volverá el color.
Besos a todos
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